San José de Cupertino
De Enciclopedia Católica
José recibió su apellido de Cupertino, una pequeña villa en la Diócesis de Nardo, que se encuentra entre Brindisi y Otranto en el Reino de Nàpoles. Su padre, Felice Desa, un carpintero pobre, falleció antes del nacimiento de su hijo José, dejando algunas deudas por lo que su madre, Francesca Panara fue desalojada de su casa por sus acreedores, lo que la llevo a dar a luz a su hijo en un establo. A sus ocho años estando en la escuela, entró en un estado de éxtasis que se repetiría constantemente; por lo que los niños que lo veían con la boca abierta y la mirada fija le pusieron por sobrenombre “Boca Abierta”. Al mismo tiempo manifestaba un temperamento irascible al que su estricta madre le costaba sobreponerse. Él era aprendiz de zapatero, y a la edad de 17 años trato de que lo admitieran en el Convento de los Frailes Menores pero fue rechazado por motivos de su ignorancia. Luego aplicó a la orden de los Capuchinos en Martino cerca de Trento, donde fue aceptado como hermano laico en 1620, pero sus continuos estados de éxtasis no lo calificaban para el trabajo y fue dado de baja. Su madre y tíos abusaban de él diciéndole que era un bueno para nada, pero José no perdía la esperanza. Por sus continuas oraciones y lágrimas obtuvo permiso para trabajar como ayudante en el establo o hacer oblaciones en el convento franciscano de La Grotella cerca de Cupertino. Ahí evidenciaba grandes virtudes como humildad, obediencia y amor a la penitencia, hasta el punto que fue admitido al orden clerical en el año 1625, y tres años más tarde fue ordenado sacerdote. José era poco versado en el conocimiento humano, de hecho sus biógrafos relatan que apenas era capaz de leer pobremente, pero lleno del conocimiento y de una luz sobrenatural no solo sobrepasó a los hombres ordinarios en el aprendizaje de la escuela, sino que también podía resolver las más intrincadas interrogantes.
Su vida era ahora una larga sucesión de visiones y otros favores celestiales. Todo aquello que de alguna manera hiciera referencia a Dios o a cualquier cosa sagrada lo hacía entrar en estado de éxtasis: el sonido de una campanada la música de la Iglesia, la mención del nombre de Dios o de la bendita Virgen o de cualquier santo, cualquier evento en la vida de Cristo, la sagrada Pasión, una pintura sagrada, o el pensamiento de la Gloria Celestial, cualquiera de estas cosas hacían que José entrara en estado contemplativo. Una vez en este estado él podía ser empujado, pinchado con agujas, hasta quemado con la llama de las velas y aun así no había forma de sacarlo de este estado en que se encontraba, sólo la voz de su superior lo hacía obedecer. Estos sucesos se daban a cualquier hora y en cualquier lugar, especialmente en las misas o en cualquier servicio divino. Frecuentemente era levantado de sus pies y se mantenía en el aire. Además en ocasiones escuchaba música celestial. Como estas cosas ocurrían en público causaba mucha admiración pero también muchos disturbios en la comunidad; por treinta cinco años a José no se le permitió participar del coro, ni entrar al comedor del monasterio, caminar en procesiones ni decir misa en la Iglesia, solo se le ordenó que permaneciera en su cuarto donde se le preparó una capilla privada. Mentes diabólicas y hombres envidiosos lo presentaron ante la Inquisición, y era fue enviado de una casa solitaria de los capuchinos o de los franciscanos a otra, pero José mantenía resignación y un espíritu alegre, sometiéndose confidencialmente a la Divina Providencia. Él practicaba la mortificación y el ayuno, hasta el grado de que mantenía siete Cuaresmas de cuarenta días al año, en muchos de los cuales no probaba comida solo los días martes y domingos. Su cuerpo yace en la Iglesia de Osimo. Fue beatificado por Benedicto XlV en 1753 y canonizado por Clemente XIII en julio 16 de 1767; Clemente XIV extendió su oficio a toda la Iglesia. Su vida fue escrita por Robert Nuti en Palermo, 1678. Angelo Patrovicchi escribió otro libro en 1773, el cual es usado por la Bollandist “ Acta SS.”, V, Sept., 992 .
FRANCIS MERSHMAN Transcrito por Mike McLeod Traducido por Mauricio Sitton
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger