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Jueves, 28 de marzo de 2024

Diferencia entre revisiones de «Real Convictorio de San Carlos de Lima: Curriculum y pensamiento educativo 1771-1836»

De Enciclopedia Católica

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(Planteamiento de las hipótesis de investigación)
(Una óptica de investigación desde el Estado de Bienestar)
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Guerra contra Chile. Es válido indicar que el primer presidente civil del Perú,
 
Guerra contra Chile. Es válido indicar que el primer presidente civil del Perú,
 
Manuel Pardo, llegó al poder en 1872.
 
Manuel Pardo, llegó al poder en 1872.
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==Breve exposición sobre la escuela económica del Estado de
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Actualmente, en el primer decenio del siglo veintiuno, la corriente del
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pensamiento económico sobre el Estado de Bienestar se halla absorbida por
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uno de mayor alcance social y político como es propuesto por el World Institute
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for Development Economics Research (WIDER), instituto auspiciado por las
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Naciones Unidas, y que tiene entre sus máximo exponentes al premio Nobel
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hindú Amartya Sen. La escuela económica del Estado de Bienestar en sí se
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formalizó a principios de 1930, posterior a la gran crisis norteamericana. No de
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los principales iniciadores de esta corriente de pensamiento económico fue
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Wilfredo Pareto (1848 – 1923), economista y sociólogo italiano. Fue Pareto
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quien intentó establecer una teoría de los sistemas económicos
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relacionándolos con la estabilidad misma de la sociedad [31] . A continuación
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observaremos un sucinto resumen sobre uno de los rasgos característicos del
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Estado de Bienestar:
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«Siguiendo el criterio paretiano de considerar el carácter ordinal de las
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preferencias individuales, Bergson formula en 1938 su función de
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bienestar social [SWF: State Welfare, por sus siglas en inglés]. Se trata
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de que los individuos de una colectividad, siguiendo una escala de
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preferencias, elaboren una función con aquellos elementos que integran
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y determinan su bienestar» [32]
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Ahora bien, un hecho concreto resulta ser la sociedad y sus formas de
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concreción bajo la óptica de los postulados del “Estado de Bienestar”,
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verificables bajo la lógica; su relación con ella solo es posible estudiarlas y
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especularlas desde las leyes de la democracia. Aquí resulta imposible no
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relacionarla con el Estado, tanto en sus formas de gobierno y administración.
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Por tanto, es el propio Estado – y por ende todo lo que repercuta en su
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evolución histórica – responsable del bienestar de la mayoría de sus
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ciudadanos; no se trata de buscar el beneficio de determinada comunidad o

Revisión de 00:59 20 jun 2018

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Importancia de la Historia de la Educación a inicios de la vida republicana

La política educativa del Convictorio de San Carlos de Lima durante el período 1795 a 1836, fue un tiempo en el que se observan cambios cualitativos y cuantitativos en muchos niveles de la sociedad y la economía peruana, que incidieron en el desarrollo institucional del Centro de Estudios mencionado como en su funcionamiento, modo de formación, currículm y pensamiento. La lenta pero constante recuperación demográfica, la absorción y entendimiento de las élites en torno a la nueva autoridad suprema, así como los medios y formas de obtener prerrogativas favorables de la misma, son también algunos criterios que abordaré, entre otros, a lo largo de la presente tesis.

Dichos cambios se hallan comprendidos desde el fin de la simbolización de la autoridad del virrey y los posteriores intentos locales – todos autoritarios – de implementar las ideas y el espíritu modernizador de la Ilustración (en su versión peninsular, la cual difiere sustancialmente de la francesa) después de producida al Independencia.

Sin embargo, la sociedad peruana mantuvo vigente su colonial división social de castas y estamentos, aunque algunos términos cambiaron para intentar hacerse en acorde con los “nuevos tiempos”.

El Convictorio ya no solicitaba “pureza de sangre”, pero sí de “familias honradas” (con su consiguiente y muy indefinida interpretación). En la nueva sociedad peruana, el inicio de la vida republicana, las clases no emparentadas con la nobleza – grandes comerciante y terratenientes – simplemente no tenían los medios para el ascenso social; los grupos medios y pobres como mestizos, negros, indígenas o mulatos, así como los hijos de artesanos, mercachifles o panaderos tenían muy pocas posibilidades de ascenso e intervención en la vida republicana, que no sea mediante la sotana o los galones.

Estas castas inferiores no poseían espacios de desarrollo hacia nuevas posiciones socioeconómicas, tampoco lo tuvieron durante el virreinato (salvo la nobleza indígena, lamentablemente exterminada después de la derrota de Túpac Amaru II); sin embargo, la República fue fundada libre e independiente; fue justo soñar un espacio para una igualdad que nunca llegó.

Resulta innegable que desde la fundación del Convictorio a fines del siglo XVIII, el rectorado de Toribio Rodríguez de Mendoza, señaló el ingreso del Perú (desde Lima, es decir, bajo la óptica centralista capitalina) a la educación profesional organizada, bajo la protección del Gobierno Virreinal, y posteriormente el republicano. Una educación protegida y subsidiada institucionalmente bajo la dependencia directa del Estado Borbónico.

Justificamos así el abarcar también los primeros días de la Independencia por una inequívoca señal: es la pauta de inicio al período republicano, es el acta de origen e ingreso del Perú a la órbita de los países libres e independientes. Mi estudio concluye en las postrimerías de la década de 1830, pues a partir de allí se marcan notorios campos dentro de la fisonomía económica y política del Perú: el guano, la reactivación de las actividades agrícolas a gran escala, todo ello debido, principalmente a la llegada de Ramón Castilla a la presidencia.

Marco teórico

Un serio trabajo de investigación observa y analiza determinadas corrientes del pensamiento, principalmente aquellos que se refieren a su oficio, mediante algunos autores. He buscado leer y analizar determinados autores con pautas comunes en sus trabajos, series de libros, publicaciones, entre otros. Así como aplico las orientaciones que considero convenientes, debo también justificar su presencia, en aras de delimitar y elaborar interrogantes que ordenan y hacen sustentable la presente tesis. Evidentemente el intento sería inútil si no considerara que:

«Lo que más interesa del método es que sirva al objeto para el que se emplea, es decir, que sea útil. Su utilidad depende de su adecuación, y es adecuado en la medida en que se acomoda a la naturaleza del objeto a cuyo conocimiento se ordena»

Ahora bien, resulta válido argumentar que existen otras propuestas en torno al método, y que aún dentro de la misma corriente de pensamiento historiográfico sustentado, quedan autores o trabajos de mejor elaboración o mayor proyección que el presente, pero como diría Michael Foucault: «Porque me permitiría ubicar al menos algunos respuestas que hubiese querido dar a otras».


En la elaboración de la historia peruana, intentaremos hallar una fuente de identidad cultural, que encuentre en él un lugar de convivencia, un “lugar común” para cada habitante, y así lo creo posible.

Para ello observaremos diversas variables de la realidad local antes de proceder con el análisis propio que recae en el convictorio San Carlos, importante institución educativa de nuestro siglo XIX; su estudio incluye también ámbitos políticos, sociales, económicos y por supuesto el pedagógico.

Cada investigador es libre de de continuar o proponer una nueva veta historiográfica, así como la dirección ideológica que considere adecuada para su investigación. En lo personal, el investigador debe sustentar también sus orientaciones más intrínsecas al por qué de su trabajo, omitirlo en sus escritos, sería caer oficialmente en una posición ecléctica e insípida en la línea de pensamiento adoptada por el investigador.

Personalmente, intento investigar nuestra historia no solo con el objetivo de encontrar traumas y culpables, también aspiro a un aporte en pos de una historiografía peruana más comprensiva y menos acusadora – sin embargo esto no debe suponer un “perdón y olvido” inmediato –, necesario para diagnosticar y subsanar progresivamente, remedio que no sirve para sanar, simplemente no sirve.


En las primeras líneas justifico mi investigación así como el tiempo que en ella abarco. Pero, aún si estuviese aportando en lo mínimo posible me pregunto: ¿resulta realmente válido estudiar la historia de la educación peruana? En la respuesta me remito a una evidente relación con una problemática contemporánea. En el Perú del siglo veintiuno, gran parte de la ciudadanía piensa que la educación pública se halla sumamente devaluada – aunque subrepticiamente la crítica deriva principalmente hacia el supuesto beneficio de la democracia hacia la población en su totalidad –. La búsqueda de una posible solución solo es posible hallarla en un trabajo conjunto: ciencias sociales, humanidades, aplicaciones como la administración moderna, estadística; he allí una de los pocos visos de solución que pueden generar indicadores válidos para entender (y pretender resolver) encrucijadas sociales que hoy en día nos agobian.

Entonces he aquí la primera respuesta para elaborar una investigación sobre la educación peruana: las condiciones de la educación contemporánea y el problema de sus orígenes.

Asimismo, siguiendo con nuestra delimitación, no es mi pretensión hallar el umbral de la transformación, o la génesis definitiva sobre la problemática de los actuales resquebrajamientos políticos – sociales que afectan a la educación pública, de ningún modo. En lo personal, afirmo que dicha perspectiva de solución se halla fuera de la intención de la tesis propuesta. Ya el mismo Marc Bloch no advierte en su escrito apología por la historia, una de las razones del por qué esta búsqueda encierra un motivo no tan generoso: «Tengamos cuidado, porque la superstición de la causa única, en historia, es a menudo la forma insidiosa de la búsqueda de culpables; es decir, del juicio de valor ¿De quién es la culpa o el mérito? Dice el juez. El sabio se contenta con preguntar ¿por qué?, y acepta que la contestación no es tan sencilla».

Planteamiento de las hipótesis de investigación

El título de mi tesis es un interrogante en sí misma, mas no está planteada así, no corresponde a la formalidad el encabezar una monografía con una pregunta. En el Perú del 2007, se denomina Educación Básica a los estudios que se realizan en las escuelas de niveles primarios y secundarios; diferenciándolos claramente de la Educación Superior que se imparte en institutos tecnológicos o universidades. 3.1. Prolegómenos al contexto histórico ¿Por qué estudiar un tema, en apariencia innecesario para la actualidad educativa, como lo es la historia de la educación?, ¿resulta válido retroceder cerca de 180 años intentando hallar la génesis de nuestros problemas actuales en el ámbito educativo? La respuesta a la primera pregunta es afirmativa. Porque el sorprendente deterioro de la educación pública no puede ser respondida solo por pedagogos, políticos o sociólogos de la educación. Y es afirmativa también la respuesta a la segunda interrogante, pues la crisis de la educación contemporánea es ya una enfermedad crónica inconclusa – como lo es la salud pública, seguridad ciudadana, entre otros – que merecen ser estudiados también bajo la perspectiva histórica. Los primeros tiempos republicanos no crearon, o asimilaron, una educación propiamente “de estudios primarios” – tal como lo entendemos ahora –, lo concreto fue la inicial existencia de una Escuela de Primeras Letras, también conocida como Escuela Lancasteriana5 , institución que se encargó durante la primera mitad del siglo XIX de darles a los jóvenes de Lima los primeros cimientos del abecedario, la aritmética y el catecismo. Creemos que el intento de equivalencia, ejercicio mental que nos permite tomar referencias del pasado, entre la educación Lancasteriana y las actuales escuelas primarias no resulta de mayor problema.


En cambio, si intentamos realizar una equivalencia mínima entre el presente y el pasado para con la educación secundaria, el referente más próximo resulta el Convictorio de San Carlos, institución que por su prestigio y estructura curricular llegó hasta mediados del siglo diecinueve, en clara competencia con la misma Universidad Mayor de San Marcos. Por ejemplo, en ambas instituciones se hallaban cátedras de filosofía, derecho y ramas afines; inclusive, bajo el rectorado de Bartolomé Herrera, lo que hizo San Marcos era otorgarles la convalidación de su respectivo grado académico, el de Bachiller. Sobre la estructura curricular lo explicaré detalladamente en el capítulo cuarto. Pero, continuando con el análisis comparativo, ¿resulta válido llamar escuela secundaria a una institución que en un momento determinado preparó jóvenes que convalidaron sus estudios, y por tanto su curriculum, al del bachillerato de la Universidad de Lima? Para ello, es útil recordar que las únicas instituciones educativas legalmente autorizadas para entregar los grados académicos de Bachiller y Doctor fueron San Marcos y los Seminarios Mayores. Un hecho importante en el desarrollo de la historia del San Carlos, fue la característica que acompañó a sus estudiantes: la edad. En efecto, la edad de ingreso al Convictorio fluctuó entre los 13 a 18 años aproximadamente. Ésta característica en el desarrollo físico y cognitivo del estudiante, así como la imposibilidad de otorgar grados académicos, hacen válido relacionar al Convictorio como una institución educativa intermedia, que por ahora podemos relacionarla con la educación básica secundaria.

Hipótesis de investigación

Ahora que hemos definido a la institución educativa del San Carlos como nuestro objetivo de estudio, aun debemos seguir precisando más nuestro enfoque de investigación, ¿qué temas específicos estudiaré del Convictorio? Parte del título es “Currículo y pensamiento educativo”, considerando bajo el riguroso análisis histórico aplicado a cada programa y cátedra de dicha institución; esto me permite hacer una separación entre la formación recibida antes del proceso de independencia y después del mismo, cuando el Perú se halló ya inmerso en el período republicano. Encuentro así una veta entre la ideología del Estado colonial sobre las políticas educativas frente a la práctica cotidiana de la actividad propiamente de la enseñanza, y posteriormente durante el período republicano, a esto le denomino período de tránsito.

A continuación, presento mis hipótesis de trabajo

a) El pensamiento educativo impuesto por el Convictorio, desde el rectorado de Rodríguez de Mendoza, estuvo bajo la influencia de la ilustración europea, peninsular, matizada bajo las ideas religiosas de la época. Se orientó a una progresiva afirmación de la política del Estado sobre las posiciones eclesiásticas.

b) En consecuencia a la hipótesis anterior, el currículo educativo del Convictorio San Carlos, principalmente durante el rectorado mencionado, propuso un currículo más acorde con los tiempos borbónicos, frente a la Universidad de Lima, San Marcos, institución que se abocó a la defensa de una anquilosada y retrógrada escolástica colonial educativa.

c) Existió un pensamiento guía aplicado a la educación superior desde el Estado durante el período de estudio propuesto: Ilustrado español, bajo la percepción de Rodríguez de Mendoza, durante el período colonial; ideología que continuó (remozada bajo ciertos matices) durante el período de tránsito hacia la República.

En las conclusiones finales realizaré una respuesta orgánica a las hipótesis aquí planteadas luego de la exhaustiva demostración de estos postulados a lo largo de la investigación, al menos desde la óptica centralista limeña, propia de nuestra formación. Con ello, habré aportado un poco más en la construcción de un puente, buscando una relación más próxima entre la educación y la historia.

Antecedentes

Antecedentes históricos

La educación superior durante el virreinato fue elitista y aristocrática, los indios recibieron poca o ninguna educación, excepto la elite incaica decadente. La gran mayoría de la población como los mestizos, blancos pobres, los habitantes de los Barrios Altos, todos ellos no estuvieron inmersos en el proceso de educación del Convictorio. Esta marginación continuó durante el incipiente sistema republicano, como bien lo afirma Pablo Macera: «La ciudad peruana de la colonia vivía alrededor de la Iglesia, el mercado y la Plaza Mayor. La escuela era un personaje extraño y marginal».

Y razón no le falta a Macera, la gran masa de campesinos y habitantes de Lima no tuvo acceso a la educación, aunque cabe la pregunta del por qué esa situación de discriminación. La siguiente cita nos orientará mejor en responder dicha pregunta:

«La plebe urbana y la gran masa de trabajadores campesinos […] se hallaban al margen de esa cultura o participaban de ella en grandes condiciones de inferioridad. La educación era un privilegio de clase que celosamente reservaban los españoles y criollos» [7]. Aún dentro del desorden propio de los primeros veinte años de vida republicana, ¿es posible halar características de discriminación que se plasmen en las prácticas cotidianas de las escuelas de dicha época? Siguiendo al mismo Macera, podemos ir dilucidando esta interrogante sobre las escuelitas aristocráticas:

«Para fines del s. XVIII se calculaba en 5000 los habitantes en la primera edad escolar (cifras demasiado redondas para ser exactas), de los cuales sólo recibían efectiva instrucción, menos del 20%. Los más favorecidos, por supuesto los hijos de la nobleza. El lucrativo negocio republicano e los “buenos colegios” era ya por entonces conocido […]

La educación en esas escuelitas estaba orientada a sostener los prejuicios aristocráticos de su clientela»[8].

Si durante el ocaso del poder colonial, las escuelas aristocráticas preparaban a los jóvenes nobles para sostener posiciones de mando en la sociedad, ¿cambiarían repentinamente sus orientaciones en los primeros años de vida republicana? Por el tiempo y las arraigadas costumbres coloniales en tiempos republicanos, por supuesto que no. Ahora, traemos a colación al pedagogo peruano Emilio Barrantes, quien reafirma lo señalado por el historiador: «La República es, en primer término, la continuación de la Colonia, no solo cronológicamente, sino en lo que respecta a la estructura social, al régimen económico y al ambiente cultural, y aún al predominio de ciertas ideas políticas, a pesar de la independencia»[9]

Antecedentes educativos

Según el diccionario de la Real Academia, el término “antecedente” significa “acción, dicho o circunstancia que sirve para comprender o valorar hechos posteriores”[10], ello indica que aquí debemos señalar el derrotero que sostendrá mi investigación y por supuesto, mis hipótesis. Los estudios sobre la historia de la educación los expongo bajo el criterio de dicotomía: ¿se trata de un estudio histórico aplicado a la educación? O tal vez ¿Un estudio desde la educación y utiliza a la historia como un instrumento? Por ser la presente investigación deudora de un jurado de historiadores, respondería fácilmente que mi punto de origen es la historia, pero ¿así de sencillo resuelvo dicha decisión? A continuación analizaré brevemente las consecuencias de mi estudio, con la finalidad de tender un puente ideológico entre la historia y la educación. Desde la educación, los aportes resultan alentadores en su aplicación a los análisis históricos, los pedagogos proveen de herramientas que resultan casi de total desconocimiento para los historiadores [11]

Sobre dicha relación entre historia y educación, Barrantes nos menciona:

«Una historia de la educación debe empezar, en consecuencia, por la sociedad misma. Importa mucho no solo conocer su trayectoria histórica sino su carácter y la intención política predominante en un momento determinado»[12].

El subrayado es de mi parte. Sin embargo, desde la óptica estatal de gobierno, la intención política y los hechos distan mucho en su propuesta y ejecución concreta. Reconozco que estudiar las intenciones y propuestas políticas del Estado hacia un sector de desarrollo básico como el aplicado a la educación, resulta tan importante como el estudio de la evolución del Estado en sí. Subyace en la mayoría de estudios en las ciencias sociales cierta culpabilidad de las elites y las altas estructuras de poder en esta temática, es importante hallar el grado de responsabilidad en los retrocesos y avances en la educación pública, pero también es importante analizar y juzgar la probable viabilidad de algunos de los proyectos que lograron ejecutarse. Mas con lo afirmado no eximo, de ninguna manera, las responsabilidades de las elites que tuvieron a su cargo el manejo (o influencia) sobre el aparato estatal en determinados momentos de su desarrollo como República soberana. Entre una de dichas razones se halla el no haber propuesto a la educación pública como un instrumento democratizador e igualitario; al menos desde la óptica historiográfica diversos autores han demostrado de forma fehaciente la negativa opción política de las elites al llevar a cabo dichas reformas: «La ecuación en el Perú es un tema que a pesar de los años de existencia republicana que tiene el país, sigue siendo muy polémico, en donde se cuestiona hasta qué punto los sucesivos gobiernos la tomaron seriamente en cuenta como factor importante para el bienestar de la nación, o fue considerada parte del juego político de la época, o, como los que realmente mostraron interés y dedicación no contaron con el apoyo y los medios necesarios»13. Continuando con la perspectiva histórica, existen investigaciones en torno a la historia de la educación, entre otras, aquella que nos compete y que hemos mencionado como hipótesis de investigación, sin embargo resulta necesario agregar algunos temas pendientes en dicha rama de la historia, entre ellas:

- Políticas del Supremo Gobierno, en determinada etapa de la República, y a favor de la educación pública. ¿Qué alcances pueden anotarse como logros satisfactorios?, ¿se propuso y ejecutó algún plan educativo nacional?

- Comprobar la intencionalidad y programas propuestos desde el Estado (en las etapas democráticas o militares) en torno a la educación de las mayorías indígenas, mestizas y pobres de Perú, Existe un largo etcétera, y tan solo menciono algunos temas posibles de investigación. Sin embargo, estas interrogantes me permiten abrir un pequeño portal, permitiéndome estudiar con igual importancia los aportes de la historia y la educación. Pero ambas profesiones deben tener como principal propósito, al menos para mí: el bienestar de la comunidad. Aquí se observa la influencia del Estado de Bienestar, aplicado desde la economía a las ciencias sociales, en especial a la Historia; sobre este tema, me explayaré con detenimiento en el capítulo siguiente.

En esta tesis sostengo la afirmación de que fueron los criollos quienes buscaron una “mejor educación”. Fueron ellos quienes mejor se beneficiaron del sistema educativo colonial fueron posteriormente quienes exigieron la continuidad de aquella estructura política estatal, pues ésta les permitió mantener su posición de clase social y económica:

«El sistema escolar se destinaba fundamentalmente a la educación de estudiantes varones, especialmente a los nacidos legítimamente en familiar criollas, siendo su acceso difícil para los hijos naturales, así como para todas las hijas»[14]

Los primeros tiempos republicanos fueron de crisis severas en todos los ámbitos sociales, en ellos están de acuerdo historiadores de diversas épocas y tendencias: Basadre, Macera, Bonilla, Tantaleán, Aljovín entre otros, por tanto su impacto en la educación tampoco se libra de este espectro de caos y desorden político que acompañó las primeras décadas del período republicano, problema que afectó a todas las castas, condiciones económicas y a todas las regiones de la naciente república.

En el desarrollo de la investigación resultará una constante la relación de la educación el Estado, consolidando dicha simbiosis, vuelvo a citar a Cristóbal Aljovín:

«Especialmente en las ciudades, los estudiantes participaban activamente en ello, así como en revueltas y revoluciones. En este orden de cosas, las opiniones de los profesores gravitaban significativamente en las tendencias políticas del alumnado [criollo de formación heredera del pasado colonial]; hubo, por consiguiente, una cadena de alianzas políticas de estudiantes a profesores – la mayoría de ellos religiosos –, de profesores a líderes locales y de éstos a los dirigentes nacionales» 15 El aumento de la población, que demostraremos en la sección dedicada a la demografía, no debe llevar a confundirnos con un progresivo desarrollo económico de beneficio popular. Durante los gobiernos de Ramón Castilla y principalmente el de Rufino Echenique, se consolidó una clase burguesa comercial y de proyecciones capitalistas, con mucho prestigio e influencia social, pero esta no representó (o incluyó) al grueso de la población; los otros actores sociales no participantes (masa campesina y la creciente plebe urbana) continuaron sin los beneficios económicos de esta clase, mucho menos de su educación Ilustrada. Por ejemplo, Antonio Espinoza, estudioso de la educación peruana para el período republicano sostiene: « […] a partir de la década de 1840, la elite peruana hizo un esfuerzo por extender, normar y centralizar la instrucción primaria. Este esfuerzo respondió tanto a motivaciones religiosas, como la de formar ciudadanos y disciplinarlos, así como también a un interés en regular una creciente oferta educativa»16 Antonio Espinoza sostiene que el Estado peruano debido a determinadas motivaciones (entre ellas la ideológica) mediante su elite inició un proceso de extensión y generalización de la educación de primeras letras a partir de 1840. La presente investigación estudia el ámbito educativo enfocado al período entre 1821 a 1840, basado en fuentes de archivo y textos de interpretación. Sin embargo, en otra investigación 17 sobre el mismo punto al que se refiere Espinoza, personalmente hallo dificultades para sostener la afirmación del autor, no observo una elite preocupada por formar ciudadanos desde las primeras letras, como tampoco una apertura o ampliación de la oferta educativa a nivel superior. La educación fue solo para quienes pudiesen costearla. Con ello, finalmente, aceptamos también que la promesa republicana de una educación para la Ilustración del pueblo, fue parte de una propuesta pública posible de rastrear desde el reinado de los Borbones inclusive, pero una promesa incumplida hasta los tiempos contemporáneos. Por tanto, en el trasfondo de mi tesis subyace un cuestionamiento: ¿asumió el naciente Estado Republicano su rol como ente educador? Y si así fuese ¿bajo que condiciones? Respuestas a las que la presente tesis no pretende darle respuestas definitivas, tan solo plantearlas y dejarlas para su posterior debate.


Delimitación histórica: Perú de 1771 a 1836

Estudio la coyuntura peruana desde 1771, año de la fundación del Convictorio Carolino, hasta el Reglamento del Convictorio de 1836, rubricado por el Mariscal Andrés de Santa Cruz. La primera fecha resulta un acontecimiento sin mayor discusión para la historiografía institucional. Es innegable que este hecho se enmarca dentro de un proceso mayor, que incluye políticas sociales y económicas; hacendados y comerciantes del Consulado, quienes pagaron obligados tributos al ejército virreinal principalmente durante los tiempos de Abascal y Pezuela, para luego asistir al triunfo de las Fuerzas bolivarianas.

Los últimos virreyes prácticamente coactaron a ambas agremiaciones, so pena de acusarlos de colaboracionistas y traidores al rey; sin embargo, una vez establecido el nuevo Estado, los gobernantes militares nunca aceptaron las deudas contraídas por éstos antes de la proclama de la Independencia . una visión más detallas es expuesta en el segundo capítulo de la tesis.

Los burócratas y acreedores del Estado se hallaron constantemente con pagos atrasados, pues los primeros en recibir su paga del escaso erario público fueron los caudillos y su red de prefectos e intendentes, personajes que asegurasen su (efímera) permanencia en el sillón presidencial.

Otros funcionarios, entre ellos los educadores, tuvieron que esperar o en el mejor de los casos depender de situaciones sui generis para el pago de sus haberes: arriendos de tambos, juegos de lotería, colectas comunales inclusive, ese fue el caso de los profesores de primeras letras. Es de aceptación corriente por la historiografía contemporánea que la república, al señalar a la independencia como una fecha de quiebre, marca el fin real de una etapa y el comienzo de una política administrativa diferente:

«Aunque las Cortes de Cádiz (1810 – 1812) iniciaron el debate constitucional en Hispanoamérica, este libro se inicia con la declaración de la independencia en 1821y trata del legado de la independencia como un quiebre con el pasado virreinal y como la construcción de un nuevo sistema político» [18]

Pero dicho tránsito no será de manera independencia, y por el solo hecho de la Jura de una Independencia. La colonia, sus costumbres, su manejo vertical y sin discusiones del poder ejecutivo, entre otros, no desaparecen en forma inmediata. Como pruebas irrefutables de ello representan la continuidad del tributo indígena así como la esclavitud hasta el gobierno de Ramón Castilla. De muchas formas, podría hablarse de un continuismo colonial, pero sin España. Otra comprobación, más de acorde con la temática de investigación, representa un plan curricular propuesto por Toribio Rodríguez de Mendoza en 1795.

Dicho esquema novedoso aplicado al Convictorio, fue enviado al Rey de España para su observación, y ese fue el plan en el que se formaron los grandes pensadores de los tiempos de la emancipación e independencia, ¿próceres republicanos formados bajo la observancia de las propuestas coloniales educativas? En el ámbito ideológico, entender la Independencia desde la burocracia (pues en su mayoría fueron estudiantes del Convictorio) resulta más lento y poco perceptible.

Por un lado los nuevos funcionarios de la naciente república siguieron siendo en su mayoría criollos, muchos de ellos antiguos funcionarios coloniales: Hipólito Unanue, Manuel Lorenzo Vidaurre, De la Luna Pizarro, La Mar, Orbegoso, Gamarra, Santa Cruz, Castilla y una larga lista. En ello se contó con la participación de civiles intelectuales, pero en su gran mayoría eran eclesiásticos o militares. Por tanto, el pensamiento influyente en el que fueron formados continuó vigente, nos referimos directamente al de las Reformas Borbónicas.

El Mariscal Andrés de Santa Cruz firmó el último intento de Reforma propuesta y aprobada por el Estado republicana de un plan educativo para el Convictorio, en 1836. A partir de 1840 ocurrió el esperado recambio generacional, que coincidió con la Fundación del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe por Nicolás Rodrigo y Domingo Elías en 1841, y la llegad de Bartolomé Herrera al rectorado del Convictorio San Carlos en 1843; ambas instituciones educativas para la elite.

Por ello justifico detener en esa fecha mi investigación, en el año en que Santa Cruz firmó dicha propuesta educativa. El siguiente planteamiento pedagógico sería el elaborado por Herrera y tan solo avalado por el Gobierno Central.

Lo afirmado por Barrantes, en términos del proceso histórico, refiere a la estructura educativa como una característica importante y necesaria a nuestra nación, si es que ésta busca el desarrollo y el bienestar de sus habitantes, con énfasis en las mayorías. Finalmente, con lo expuesto, creo necesario el reconocer la amplitud y profundidad que puede aportar el conocimiento científico en una de sus ramas como la historia de la educación.

Concepto de Educación

Antes de iniciar, y aunque resulte quizá superfluo, propongo no confundir la “cultura” con la “educación”, éste último término utilizado a lo lago de nuestro texto. El concepto que usaré resulta de una forma de interpretación de códigos sociales en la cultura peruana en general. En otras palabras, entender la historia de la educación como medio de transmisión útil, cuyo rastro puede ser rastreado:

«Los códigos fundamentales de una cultura […] fija de antemano para cada hombre las órdenes empíricas con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se [puede] reconocer» [23]

Ahora bien, ¿qué entendemos por educación los científicos sociales?24 Un pensador crítico en la aplicación de la terminología de la investigación histórica es Michael Foucault, quien cataloga severamente a los pedagogos como institucionalizadotes del poder establecido:

«El poder disciplinario no está bajo la dependencia inmediata ni en la prolongación directa de las grandes estructuras jurídicas y políticas de una sociedad […] Habrá entonces que detectar el poder no en la burguesía en general, sino en sus agentes reales: la familia, los pedagogos, los médicos, entre otros» [25].

Sin embargo, aun no queda claro del todo el papel de las denominadas reconstrucciones sociales, ¿son totalmente necesarias para aplicarlas a los estudios históricos?, ¿hasta que punto una reconstrucción puede ser

La independencia representó un cambio de dominio colonial hispano y proteccionista hacia una rápida imposición económica liberal bajo la órbita inglesa, según el ensayo de Bonilla y Spalding, discutible o no, lo cierto es que fue este acontecimiento un hecho sin precedentes en la historia republicana.

La década de 1840 representó, aproximadamente la consolidación de un nuevo sector emergente: sobrevivientes de la catástrofe económica de la emancipación: embargos de bienes, expropiaciones e impuestos de guerra; fue el tiempo apropiado para que la elite decidiera la formación de sus hijos bajos el pensamiento hegemónico que ellos consideraron importante para la conservación de sus intereses.

Enfoques de pensamiento: Historia y Educación

Concepto de Historia

A continuación, afinaré el horizonte ideológico de cada uno de los principales términos que utilizo a lo largo de la investigación, iniciando con la Historia. Afirmo la necesidad de entender a la Historia como una medio para entender también el presente, a partir de esta premisa hallo una utilidad de la disciplina histórica, dicha idea pertenece a uno de los padres de la historiografía contemporánea, Marc Bloch:

«La historia quiere aprehender a los hombres. Quien no lo logre no pasará jamás, en el mejor de los casos, de ser un obrero manual de la erudición. Allí donde huele carne humana, sabe que está su presa»20. No existe una ciencia del pasado, lo que se estudia es la historia de los hombres.

En donde se halle rastros o huellas de la humanidad, allí se ubica el objetivo del historiador. Me interesan las instituciones (como el Convictorio San Carlos, por ejemplo) pero en la medida que se reflejan en ellas la existencia de grupos humanos. Se puede indicar que toda creación humana es necesariamente un rastro en el pasado, pero no todo hecho histórico es importante dentro de determinada investigación histórica. Además, si todo hecho fuera plausible de ser hecho histórico, el trabajo se torna prácticamente colosal y difícil de abordar.

Por tanto, debo seguir afinando la concepción historiográfica que he de manejar a lo largo del texto, en pos de una sinceridad académica. Así, la Historia, resulta ser en parte, consecuencia de las influencias sociales y costumbres cotidianas propias de la época. Un ejemplo de esto viene a ser una discriminación encubierta y subterránea (pero real) en una sociedad como la limeña, tanto a inicios de la República como durante el siglo veinte, cuando ya en una ciudad actual del siglo veintiuno.

Aclaro también que mi trabajo no debe confundirse con las temáticas propuestas en torno a las edificaciones de imaginarios colectivas. En mi tesis, analizaré solo aquello que ha sucedido, que es comprobable. Si bien es cierto, mi intención de investigación parte desde una óptica social y económica desde los documentos, evitaré elaborar hipótesis que no pueda ser estudiado a la luz de fuentes concretas.

Conciente que mi formación entre la educación y la política, me brinda una elaboración de mayor amplitud en las hipótesis de investigación, sin embargo como historiador considero que investigación es un conjunto de operaciones y esfuerzos por las que se llega a la reconstrucción y enriquecimiento de un hecho histórico a partir de las fuentes[21]. Así, reconozco que la historia de la educación es una porción pequeña del terreno, que resulta tan válida como la historia de la filosofía o una historia de la economía, u otras similares. En este caso, rescato el primer intento sistemático de una historia de la educación, realizado por Emilio Barrantes, quien reconoce su debida importancia en pos de una relación más estrecha entre la educación y la disciplina histórica:

«Una consideración del proceso educativo, independiente del medio y el tiempo, nos inclina a reconocerle la amplitud y la profundidad que desbordan en el marco escolar, hasta el punto de confundirlo con la comunidad misma»[22]

Lo afirmado por Barrantes, en términos del proceso histórico, refiere a la estructura educativa como una característica importante y necesaria a nuestra nación, si es que ésta busca el desarrollo y el bienestar de sus habitantes, con énfasis en las mayorías. Finalmente, con lo expuesto, creo necesario el reconocer la amplitud y profundidad que puede aportar el conocimiento científico en una de sus ramas como la historia de la educación.

Concepto de Educación

Antes de iniciar, y aunque resulte quizá superfluo, propongo no confundir la “cultura” con la “educación”, éste último término utilizado a lo lago de nuestro texto. El concepto que usaré resulta de una forma de interpretación de códigos sociales en la cultura peruana en general. En otras palabras, entender la historia de la educación como medio de transmisión útil, cuyo rastro puede ser rastreado:

«Los códigos fundamentales de una cultura […] fija de antemano para cada hombre las órdenes empíricas con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se [puede] reconocer»[23]

Ahora bien, ¿qué entendemos por educación los científicos sociales? [24] Un pensador crítico en la aplicación de la terminología de la investigación histórica es Michael Foucault, quien cataloga severamente a los pedagogos como institucionalizadotes del poder establecido:

«El poder disciplinario no está bajo la dependencia inmediata ni en la prolongación directa de las grandes estructuras jurídicas y políticas de una sociedad […] Habrá entonces que detectar el poder no en la burguesía en general, sino en sus agentes reales: la familia, los pedagogos, los médicos, entre otros»[25].

Sin embargo, aun no queda claro del todo el papel de las denominadas reconstrucciones sociales, ¿son totalmente necesarias para aplicarlas a los estudios históricos?, ¿hasta que punto una reconstrucción puede ser considerada fidedigna? Resulta cierto que en dos siglos pueden haber variado muchísimo las instituciones, así como las funciones que cumplieron en determinada época, pero esto no es aplicable a las arraigadas costumbres, que transcurren dentro de la larga duración.

Aunque existen desacuerdos en la terminología referente a invenciones sociales, acotaremos ahora a un pedagogo norteamericano, Peter Maclaren, conocedor de la trascendencia de la institucionalidad educativa, como centros de creación de saberes:

«Solo tiene sentido aquel currículo que adopte como foco de investigación el estudio de la cultura cotidiana, informal y popular, y de cómo los patrones culturales de poder que informan a dichas culturas están implicados en la formación de la subjetividad y la identidad individual La pedagogía no sólo se da en las escuelas sino también en todos los emplazamientos culturales» [26]

Así, en el sentido propuesto por Maclaren, el término currículo contiene exactamente la particularidad que queremos obtener del amplio espectro de lo educativo; el currículo, tiene una relación directa con nuestra investigación, verbigracia que la evolución del currículo y los planes de estudio del Convictorio San Carlos los aprehendo como signos culturales, patrones de reproducción del poder (colonial) en aquellos tiempos. Las aulas de una Escuela (y el San Carlos en esencia lo era) son solo una realidad en pequeño de la sociedad misma:

«Este poder poliforme es el que ha hecho surgir una serie de saberes. Por ejemplo, el construido a partir del siglo diecinueve sobre el hombre, a saber que nació de las prácticas sociales de vigilancia. Estas prácticas, si bien inventadas, se articularon empero con una determinada situación social» [27]

Así como cada término usado en las ciencias sociales tienen diferentes conceptos, según cada escuela o pensador influyente, el término educación no es (aun dentro de la pedagogía) un monolito sapiencial y único, cada corriente del pensamiento educativo se diferencia tanto uno del otro, que inclusive algunas son antagónicas. Hoy en día, para bien o mal, ya no nos hallamos dentro de la dicotomía filosófica de las décadas de 1960 o 70`; es innegable (por ahora) el triunfo del capitalismo liberal burgués y corporativo. Nuestro tiempo, primera década del año dos mil, se caracteriza por una sociedad dominada por un solo eje de pensamiento, el propuesto por el liberalismo económico, con distintas vertientes, pero una sola al fin y al cabo. Sin embargo, he decidido entender la educación desde el punto de vista de un pensamiento de resistencia al pensamiento hegemónico expuesto. Me refiero aquí a la pedagogía crítica norteamericana, que tiene como principal exponente a Peter Maclaren, ya citado, y uno de sus pensadores más vigorosos: «La realidad del aula raramente es presentada como una realidad socialmente construida, determinada históricamente y mediatizada a través de las relaciones instituciones de clase, de sexo, de raza y poder» [28]

Por tanto, desde la visión de un historiador clásico como Bloch, y de un severo crítico como el pedagogo Maclaren, resulta válido afirmar que la presente investigación sobre la historia de la educación se halla inmersa dentro de la historia social.

Una óptica de investigación desde el Estado de Bienestar

Aunque resulta redundante, cabe recordar que el Convictorio era una entidad pública. Por tanto su mentor y protector – el Estado – aparecerá como una constante tácita en cada uno de nuestros temas de desarrollo. Por tanto, resulta válido pensar ¿cuál es la concepción de Estado que manejaré en la presente investigación? O quizá una cuestión más ambiciosa ¿resulta válido pensar en el término “Estado republicano” exclusivamente a partir de 1821? Empezamos dilucidando esta segunda pregunta de la mano del Gran Amauta:

«La república, además nacía en la miseria. No podía permitirse el lujo de una amplia política educacional» [29]

Es decir, la República, aun con sus miserias y grandes contradicciones, nació en 1821. Dentro del contexto latinoamericano, es importante señalar que las sociedades donde el poder español fu más fuerte, como en México y Perú, el proceso de integración social fue demasiado lento, y por tanto existió un complejo proceso de modernización política, veamos:

«S. Tarmeño hace una interesante distinción entre aquellos países que nacieron realmente en el s. XIX, es decir, que fueron marcados apenas periféricamente por la etapa colonial, y los países portadores de grandes fracciones sociopolíticas desde la época colonial. En los primeros, que Zermeño denomina “países de modernización temprana” (Argentina, Uruguay y Venezuela), se da una mayor integración sociocultural que los segundos, que se caracterizan por su débil herencia democrática y burguesa (Perú y México)»[30].

Explicado desde una perspectiva de herencia de verticalidad política, así como por su débil herencia democrática, como señala Gabriela Ossenbach, queda mejor entendido porque el proceso histórico peruano (al menos en su política estatal) tarda en complementarse a los demás Estados liberales, que se iban desarrollando en Sudamérica. Tanto en el caso mexicano como el peruano, de ambas de fuerte tradición hispano – colonial, poco después de sus independencias, se produjeron extensas guerras internas de manera dramática.

Cabe recordar que en el Perú, los caudillos militares estuvieron presentes en la historia republicana desde s inicio y resurgieron en las postrimerías de la Guerra contra Chile. Es válido indicar que el primer presidente civil del Perú, Manuel Pardo, llegó al poder en 1872.

==Breve exposición sobre la escuela económica del Estado de Bienestar==

Actualmente, en el primer decenio del siglo veintiuno, la corriente del pensamiento económico sobre el Estado de Bienestar se halla absorbida por uno de mayor alcance social y político como es propuesto por el World Institute for Development Economics Research (WIDER), instituto auspiciado por las Naciones Unidas, y que tiene entre sus máximo exponentes al premio Nobel hindú Amartya Sen. La escuela económica del Estado de Bienestar en sí se formalizó a principios de 1930, posterior a la gran crisis norteamericana. No de los principales iniciadores de esta corriente de pensamiento económico fue Wilfredo Pareto (1848 – 1923), economista y sociólogo italiano. Fue Pareto quien intentó establecer una teoría de los sistemas económicos relacionándolos con la estabilidad misma de la sociedad [31] . A continuación observaremos un sucinto resumen sobre uno de los rasgos característicos del Estado de Bienestar:

«Siguiendo el criterio paretiano de considerar el carácter ordinal de las preferencias individuales, Bergson formula en 1938 su función de bienestar social [SWF: State Welfare, por sus siglas en inglés]. Se trata de que los individuos de una colectividad, siguiendo una escala de preferencias, elaboren una función con aquellos elementos que integran y determinan su bienestar» [32]

Ahora bien, un hecho concreto resulta ser la sociedad y sus formas de concreción bajo la óptica de los postulados del “Estado de Bienestar”, verificables bajo la lógica; su relación con ella solo es posible estudiarlas y especularlas desde las leyes de la democracia. Aquí resulta imposible no relacionarla con el Estado, tanto en sus formas de gobierno y administración. Por tanto, es el propio Estado – y por ende todo lo que repercuta en su evolución histórica – responsable del bienestar de la mayoría de sus ciudadanos; no se trata de buscar el beneficio de determinada comunidad o