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Martes, 16 de abril de 2024

Observatorio Vaticano

De Enciclopedia Católica

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El Observatorio Vaticano lleva actualmente el nombre oficial de Specola Astronomica Vaticana. Para entender su historia es necesario señalar que los nombres Osservatorio o Specola, no se circunscriben sólo a la astronomía, sino que pueden significar cualquier ubicación elevada desde la que sea posible observar fenómenos aéreos. Teniendo esto en cuenta, la historia de la Specola Vaticana ha pasado por cuatro etapas sucesivas.

El primer periodo del Observatorio Vaticano fue descrito en el Motu Proprio de Leon XIII de 1891:

Gregorio XIII ordenó que se erigiera una torre en un lugar conveniente de los edificios vaticanos, y que se equipara con los mejores y más grandes instrumentos de la época. Ahí, el Papa dio cabida a las reuniones de los sabios a quienes se encargó la reforma del calendario. La torre se mantiene hasta ahora como testigo de la generosidad de su autor. Contiene una línea de meridiano, obra de Ignazio Danti de Perugia, con una placa redonda de mármol en el centro, adornada con diseños científicos. Cuando son alcanzados por los rayos solares que se filtran desde arriba, los diseños muestran el error del viejo cálculo y la exactitud de la reforma.

La primera parte de esta narración se basa en una tradición apoyada por Gilii y Calandrelli, y tiene que ver con el Observatorio Vaticano, al menos en lo que a su ubicación concierne. La torre se eleva 73 metros sobre el nivel del mar y se yergue sobre el museo y la biblioteca, entre los patios de Belvedere y de la Pigna. Se le llama a menudo “La Torre de los Vientos”.

El segundo periodo del Observatorio Vaticano está ligado a la figura de Monseñor Filippo Luigi Gilii, cuya biografía ha sido escrita por Lais. Gilii nació en Corneto, en 1756, y murió en Roma, en 1821, como un importante miembro del clero de la Basílica de San Pedro. Gilii era un genio universal, versado en física, biología y arqueología, y conocedor de la lengua hebrea. La Torre Gregoriana estaba entonces a cargo de la Biblioteca Vaticana, dirigida por Cardenal Zelada desde 1780. Zelada deseaba honrar la tradición de la torre destinando su parte superior para un observatorio. En 1797 obtuvo la autorización del Papa Pio VI, y mandó escribir sobre la entrada de la torre la inscripción latina Specula Vaticana. El piso superior fue equipado con instrumentos meteorológicos y magnéticos, un sismógrafo, un telescopio Dolland, un pequeño sextante y un reloj de péndulo, quedando el observatorio a cargo de Monseñor Gilii. De 1800 a 1821, Gilii hizo una serie de observaciones meteorológicas ininterrumpidas, leyendo los instrumentos dos veces al día (después de las 6 de la mañana y a las 2 de la tarde), de acuerdo con el programa de la Sociedad Meteorológica de Mannheim. Se han publicado los datos de alrededor de siete años de éstas observaciones, mientras que el resto de datos está preservado en manuscritos en la Biblioteca Vaticana. En ellos hay también observaciones astronómicas de eclipses, cometas, satélites de Júpiter y del tránsito de Mercurio. La actividad científica de Gilii fue más allá del Observatorio Vaticano y de Roma. A él se debe el meridiano que está enfrente de San Pedro, que usa al obelisco como varilla y que permite seguir el curso de las estaciones de acuerdo con el largo de su sombra. Obra de Gilii son los signos en el piso de la Basílica de San Pedro, que indican el largo de las iglesias más grandes del mundo, y también los dos viejos relojes de estilos francés e italiano que están en el frontispicio de la Basílica. Finalmente, le debemos a Gilii el primer ducto de luz en la cúpula de San Pedro. Similares muestras de su genio están también en varias iglesias y ciudades de Italia. Su lápida sepulcral en Ara Coeli, lo llama un hombre “mitissimi ingenii, modestiae singularis, pius”. A la muerte de Gilii, el Observatorio Vaticano quedó en desuso, pues Pio VII y Leon XII elevaron el nivel de los estudios en los Estados Pontificios. Este último Papa, en su Carta Apostólica Quod divina sapientia, dio instrucciones acerca de observatorios, publicaciones y la relación con científicos extranjeros. En 1787 se fundó el observatorio del Colegio Romano, bajo Calandrelli, y se declaró que se prefería éste observatorio sobre el Vaticano, pues se encontraba más accesible a los estudiantes de la ciudad y no era obstruido por la gran cúpula de San Pedro (Giornale Arcadico, II, p.407). Por consejo del Padre Boscovich, los instrumentos fueron trasladados de la Torre Gregoriana al Colegio Romano.

El tercer periodo marca el resurgimiento del Observatorio Vaticano. Esto se debió a dos razones: primero, por la pérdida de la iglesia del Colegio Romano junto con su observatorio, en 1870; y segundo por la exposición de los instrumentos que el clero italiano le obsequió a Leon XIII en 1888, con motivo de sus cincuenta años de sacerdocio. El Padre Benza, sacerdote barnabita, célebre por ser el fundador el la Sociedad Meteorológica Italiana, le propuso a Leon XIII guardar los instrumentos en la Torre Gregoriana y restaurar dicho lugar para que cumpliera su propósito original. El plan fue aceptado, y se adquirió un serie de los mejores instrumentos. Parte de ello mediante donaciones de Hicks, en Londres, y parte por la compra de aparatos de autorregistro de Richard en Paris. Del observatorio del difunto Marqués de Montecuccoli, en Modena, del cual Denza había sido director, se obtuvo un ecuatorial de 4 pulgadas, un sextante de 3 pulgadas y cuatro relojes de péndulo con dos cronómetros. Un año antes, en 1887, Mouchez había organizado a varios observatorios para que cooperaran en la continuación de las observaciones de Argelander, pero con menor magnitud, por medio de la fotografía. En la segunda reunión del comité, realizada en 1889 en París, Denza declaró su intención de incorporarse al trabajo. Para ello, Leon XIII le cedio al Observatorio Vaticano una segunda torre, a más de 400 metros de distancia de la Gregoriana. Esta es la más occidental de dos torres que quedaron como vestigio de la Fortaleza Leonina, construida entre los años 848 y 853 para la defensa contra los sarracenos. Con un diámetro de 17 metros y un grosor de 4.5 metros en las paredes inferiores, parecía lo suficientemente grande y fuerte para soportar el refractor fotográfico de trece pulgadas que se le ordenó a Gauthier, en Paris. En los siguientes cuatro años, el observatorio estuvo a cargo del subdirector del Oratorio, el Padre Lais, quien condujo el trabajo de fotografía desde el principio y a sus propias expensas. De 1898 a 1905 la dirección quedó en manos del Padre Rodríguez, augustino especialista en meteorología. Se publicaron siete volúmenes durante el tercer periodo del observatorio: cuatro con Denza, el quinto con Lais y dos más con Rodríguez.

El cuarto periodo del Observatorio Vaticano comenzó cuando Pio X nombró al Arzobispo Maffi (luego Cardenal) como presidente de la Specola, en 1904. Su primer acto fue superar las grandes dificultades causadas por la separación de las dos torres. De acuerdo con sus planes, la Torre Gregoriana se dejaría para albergar archivos históricas, mientras que la segunda torre de la vieja Fortaleza Leonina y la adyacente casa de verano de Leon XIII serían dedicadas a la astronomía. Las dos torres estarían conectadas por un pasaje sobre los muros de la fortaleza, con un puente de acero que cubriría una distancia de 85 metros. Para llevar a cabo estos planes, se designó a J.G. Hagen –el autor del original de éste artículo- en la audiencia dada a Cardenal Maffi el 14 de marzo de 1906, siendo nombrado oficialmente el 26 de abril. El muro de la fortaleza, con mil años de antigüedad, y que se extiende cerca de 400 metros, está ahora coronado por cuatro domos giratorios, los cuales cubren el refractor astrográfico en la Torre Leonina, y un telescopio de 16 pulgadas en la segunda torre, llamada Torre Pio X. Un ecuatorial de 4 pulgadas descansa sobre un bastión de media luna, en el extremo oeste del puente. En el extremo este del viejo muro, sobre las barracas de los gendarmes, se encuentra un fotoheliógrafo. El instrumento de cuerda está montado en una bóveda que se ubica sobre las paredes principales de la nueva residencia. Después de la restauración material del observatorio, los principales problemas se volcaron hacia una biblioteca y la medición de las placas astrográficas. La rica biblioteca meteorológica le fue dada a la Academia Pontificia Lincei, mientras que los instrumentos sismológicos y meteorológicos se enviaron al observatorio del Valle de Pompeya. Una biblioteca astronómica ocupa ahora dos cuartos de la nueva residencia. Otros viejos tesoros le fueron añadidos a la biblioteca con el préstamo de la colección científica de la Biblioteca Vaticana, la cual se ha especializado más en material histórico y literario.Las placas astrográficas estan siendo medidas con dos nuevas máquinas Repsold, ubicadas en un convento vecino y que están a cargo de tres hermanas de la institución. Por casi cuatro años, el director disfrutó de la cooperación del Padre Stein, S.J., a quien se le debe la publicación de los primeros tres volúmenes de las nuevas series, algunos ensayos menores, y las últimas dos series del atlas de estrellas variables. En la reunión del Congreso Astrográfico en París, en 1909, el Padre Lais presentó treinta imágenes reproducidas por él mismo en placas de bromuro de plata.

DENZA, La Nuova Specola Vaticana in Atti, Acad. Pont. N. Lincei XLIII (1889); ZAHM, The Observatory of the Vatican in The Cosmopolitan (1895), well illustrated but not exact in all details; STEIN, Restauri della Specola Vaticana in Rivista di Fisica etc., IX (Pavia, 1908); HAGEN, Vaticanische Sternwarte in V. J. S. Astron. Ges., XLV (1910); MAFFI, Specula Vaticana, Inaugurazione (Rome, 1910); PARR, The Vatican Observatory of Today in Knowledge (1911), correct, except the additions by the editors.

J.G. HAGEN Versión en ingles: Douglas J. Potter Dedicada al Inmaculado Corazón de la Virgen María Traducción al español: Carlos A. Ralón Orellana