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Martes, 19 de marzo de 2024

Melchor Cano

De Enciclopedia Católica

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Obispo y teólogo dominico, nació el 1 de enero de 1509 en Tarancón, provincia de Cuenca, España; murió el 30 de septiembre de 1560, en Toledo.

Su padre, Fernando Cano, un sabio jurista, le envió muy joven a la Universidad de Salamanca, desde donde entró a la Orden de Predicadores (dominicos) e hizo su profesión religiosa en el convento de San Esteban el 12 de agosto de 1524. Francisco de Vitoria, que ocupaba la primera cátedra de teología, fue su profesor desde 1527 hasta 1531. Cano fue entonces enviado al Colegio de San Gregorio en Valladolid donde, con Luis de Granada, entre otros, oyó las lecciones de Bartolomé de Carranza. Después de enseñar filosofía por algún tiempo fue nombrado maestro de los estudiantes (1534) y fue promovido a la segunda cátedra de teología (1536), año en que se le concedió el bachillerato en un capítulo general de la orden en Roma. En 1542, mientras asistía a otro capítulo general, fue nombrado maestro en sagrada teología, y a su regreso a España obtuvo la cátedra de prima en Alcalá.

Tras la muerte de Vitoria, el 17 de agosto de 1546, Cano fue un exitoso competidor por su cátedra en Salamanca, título que conservó hasta 1522. A principios de 1551 el emperador lo envió al Concilio de Trento. Fue acompañado por Domingo de Soto y, como otros miembros de la Orden, su erudición histórica y su maestría en la escolástica y teología positiva, le capacitaron para rendir importantes servicios en las deliberaciones y logros del concilio. Al año siguiente, Carlos V le presentó para el obispado de las Islas Canarias, pero renunció un mes antes de ser preconizado. En 1553 volvió al colegio de San Gregorio en Valladolid como rector, pero no se le encargaron deberes profesionales activos.

En 1557 tras ser elegido prior de San Esteban en Salamanca, fue nombrado también provincial. Esta elección fue disputada y entre los que se le oponían estaba Carranza, que era ya arzobispo de Toledo y primado de España. Otro capítulo provincial renovó y confirmó los trabajos del anterior pero la reelección fue anulada por Paulo IV, que no miraba a Cano con buenos ojos por apoyar a la corte española en algunos desacuerdos con la Santa Sede. Al morir el Papa, Cano fue personalmente a Roma y obtuvo la aprobación de su elección por el nuevo Papa Pío IV. Volvió a Toledo en la primavera de 1560, y murió ese mismo año.

El carácter de Cano ha sido atacado por algunos escritores, que le representan como un hombre de celo inmoderado y a veces de acción destemplada. Se le acusa entre otras cosas de haber tomado parte en las desgracias de Don Carlos y en la persecución de Carranza. Contra esta acusación fue hábilmente defendido por el padre [[Antoine Touron | Touron, el erudito historiador y biógrafo dominico. Sin duda, Cano desplegó gran energía, vehemencia y determinación en la consecución de sus propósitos. Al principio de su carrera, en Valladolid, se mezcló en controversias escolásticas con Carranza y sus continuas disputas, además de colocarlos a la cabeza de sus escuelas]] de pensamiento rivales, arrojan una sombra sobre todas sus relaciones posteriores. También se dice que Cano impidió durante un tiempo que los jesuitas se establecieran en Salamanca. Sus críticas, que causaron gran revuelo, fueron publicadas alrededor del tiempo de la supresión de los jesuitas, pero fueron retiradas de la publicación en 1777. Fueron vueltas a publicar en "Crisis de la Compañía de Jesús" (Barcelona, 1900), 152-159.

Con frecuencia se buscaba el consejo de Cano en asuntos importantes de Iglesia y Estado. Aunque tenía la completa confianza de Felipe II, en 1554 declinó la posición de confesor del rey. Sin importar bajo qué luz se mire su personalidad, Cano se ganó un nombre imperecedero por su obra "De Locis Theologicis" (Salamanca, 1563), que por su elegancia clásica y pureza de estilo se acerca a los grandes tratados didácticos de Aristóteles, Cicerón y Quintiliano. Ciertamente está a la altura de las más alabadas producciones del Renacimiento no sólo debido a su fluidez y libertad, sino también por su lúcido juicio y profundidad de su erudición. Para algunos críticos esta obra marca una nueva época en la historia de la teología y ha hecho a su autor digno de un lugar próximo a Santo Tomás de Aquino. El "De Locis" fue el resultado de un movimiento inaugurado por Francisco de Vitoria para restaurar la mejor doctrina patrística y para dar a la ciencia teológica una dicción más pura y una forma literaria mejorada. Cano tomó el trabajo de su maestro y tras años de trabajo produjo algo digno de sus aspiraciones y esfuerzos comunes. Fue idea de Cano el establecer científicamente los fundamentos de la ciencia teológica y, por consiguiente, "De Locis" es un tratado sobre el método teológico. Tras dilucidar la distinción entre los argumentos basados en autoridad y los argumentos basados en la razón, el autor enumera diez loci o fuentes de la teología, cada uno tema de un libro. Con admirable precisión y claridad trata sucesivamente la autoridad de la Sagrada Escritura, la tradición oral, la Iglesia Católica, los Concilios, los Padres de la Iglesia Romana, los teólogos escolásticos, el valor de la razón natural según se manifiesta en la ciencia, la autoridad de los filósofos y la autoridad de la historia. El decimosegundo y último libro trata del uso de estos loci, o fuentes, en el debate escolástico o en las polémicas teológicas. Cano había contemplado escribir dos libros más sobre los loci en cuanto aplicables a la exposición de la Escritura y empleados contra varias clases de adversarios de la Iglesia Católica, pero fue arrebatado por la muerte antes de que pudiera completar el trabajo.

Jacinto Serry publicó una edición estándar en cuarto (Padua 1714) con un "Prologus Galeatus" defendiendo a Cano contra sus críticos. Este fue seguido por la mayoría de las ediciones posteriores, algunas veinte en total. Otros dos tratados, "De Sacramentis" y "De Poenitentia", no son tan bien conocidos, pero muestran el mismo carácter de solidez y claridad de método, además de la misma elegante latinidad.


Bibliografía: QUÉTIF-ECHARD, Scriptores Ord. Praed., II, 176; MANDONNET in VACANT, Dict. de théologie catholique (París, 1904), col. 1537; TOURON, Hist. des hommes illust. de l'ordre de S. Dominique, IV; CABALLERO, Conquenses illustres, II: Mechior Cano (1871); WERNER, Gesch. d. apolog. u. polem. Litterateur (1889), IV.

Fuente: Volz, John. "Melchior Cano." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/03251a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. lhm