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Jueves, 18 de abril de 2024

Jonás

De Enciclopedia Católica

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El Profeta

Jonás es el quinto de los profetas menores. Usualmente el nombre se toma en el sentido de "paloma" (Heb., YVNH), pero en vista de las palabras quejosas del profeta (Jonás 4), es probable que el nombre se derive de la raíz Yanah = lamentarse, con el significado de dolens o "quejoso". Esta interpretación se remonta a San Jerónimo (Comm. on Jonah, IV, 1). Aparte del libro que tradicionalmente se le atribuye, a Jonás se le menciona sólo una vez en el Antiguo Testamento (2 Rey. 14,25), donde se afirma que la restauración por Jeroboam II (Vea Jeroboam) de las fronteras de Israel contra las incursiones de los invasores extranjeros fue un logro de la “palabra que Yahveh, Dios de Israel, había dicho por boca de su siervo, el profeta Jonás, hijo de Amittay, el de Gat de Jéfer”. Esto último no es sino una traducción parafrástica del nombre de Gat-Jéfer, un pueblo en el territorio de Zabulón (Josefo, "Antig.", XIX, XIII), que fue probablemente el lugar de nacimiento del profeta, y donde todavía se señalaba su tumba en la época de San Jerónimo.

Se hace mención de Jonás en Mateo 12,39 ss., y en 16,4, y también en los pasajes paralelos de Lucas (11,29-30.32), pero estas referencias no añaden nada a la información contenida en el Antiguo Testamento. Según una antigua tradición mencionada por San Jerónimo (Comm. in Jonas, Prol., PL, XXV, 118) y que se encuentra en el Pseudo-Epifanio (De Vitis Prophetarum, XVI, PL, XLIII, 407), Jonás fue el hijo de la viuda de Sarepta cuya resucitación por el profeta Elías se narra en 1 Rey. 17, pero esta leyenda parece no tener otro fundamento que la semejanza fonética entre el nombre propio Amittay (AMCHY), padre del profeta, y la palabra hebrea Emeth (AMCH), "la verdad", aplicada a la palabra de Dios a través de Elías por la viuda de Sarepta (1 Rey. 17,24).

El principal interés en el profeta Jonás se centra alrededor de dos incidentes notables narrados en el libro que lleva su nombre. En el versículo de apertura se establece que "la palabra del Señor vino a Jonás hijo de Ammitay, diciendo: ´Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella que su maldad ha subido hasta mí´. " Pero el profeta, en lugar de obedecer el mandato divino "se levantó para huir a Tarsis lejos de Yahveh” para poder escapar de la tarea que se le asignó. Se sube a un barco con destino a ese puerto, pero les sorprende una violenta tormenta, y al admitir que él era la causa de la misma, fue echado por la borda. Fue tragado por un gran pez providencialmente preparado para este propósito, y después de una estancia de tres días en el vientre del monstruo, tiempo durante el cual compone un himno de acción de gracias, fue arrojado a la tierra seca.

Después de este episodio recibe de nuevo el mandato de predicar en Nínive, y el relato de su segundo viaje es casi tan maravilloso como el del primero. Él procede a Nínive y entra a ella "después de un día de camino", anunciando su destrucción dentro cuarenta días. Las autoridades inmediatamente ordenan un arrepentimiento general, en vista de lo cual Dios se aplaca y perdona a la malvada ciudad. Jonás, enojado y decepcionado, se desea la muerte. Él reconviene con el Señor, y declara que fue en previsión de este resultado que en la ocasión anterior había querido huir a Tarsis.

Se retira de Nínive y, debajo de una cabaña que había hecho, esperó el destino de la ciudad. En esta morada disfruta por un tiempo a la sombra refrescante de una planta de ricino que el Señor dispuso para él. Sin embargo, pronto el ricino fue atacado por un gusano y el profeta quedó expuesto a los ardientes rayos del sol, con lo cual volvió de nuevo a murmurar y a desearse la muerte. Entonces el Señor le reprende por su dolor egoísta por el marchitamiento del ricino, mientras que al mismo tiempo desea que Dios no sea tocado por el arrepentimiento de una ciudad en la que "hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y una gran cantidad de animales." Aparte del himno atribuido a Jonás (2,2-11) el contenido del libro está en prosa.

Historicidad

Los católicos siempre han mirado el libro de Jonás como un narrativa fáctica. En las obras de algunos escritores católicos del siglo XIX surgió una inclinación a considerar el libro como ficción. Sólo Simón y Jahn, entre los estudiosos católicos prominentes, han negado claramente la historicidad de Jonás; y la ortodoxia de estos dos críticos ya no puede ser defendida: "Providentissimus Deus" condenó implícitamente las ideas de ambos en el asunto de la inspiración, y la Congregación del Índice condenó expresamente la "Introducción" de este último.

Razones para la aceptación tradicional de la historicidad de Jonás:

Tradición Judía

De acuerdo con el texto de los los Setenta del Libro de Tobías (14,4), las palabras de Jonás respecto a la destrucción de Nínive son aceptadas como hecho; la misma lectura se encuentra en el texto arameo y en un manuscrito hebreo (Vea Kaulen, "Einleitung in die Heilige Schrift", Freiburg im Br.., 1890, p. 352). El apócrifo 3 Mac. 6,8, describe la estancia de Jonás en el vientre del pez, junto con las otras maravillas de la historia del Antiguo Testamento. Josefo (Ant. Jud., IX, X, 2) claramente considera como histórica la historia de Jonás.

Autoridad de Nuestro Señor

Autoridad de los Padres

Fuente: Driscoll, James F. "Jonah." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. 25 Mar. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/08497b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina