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Viernes, 19 de abril de 2024

Emanantismo

De Enciclopedia Católica

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Emanantismo es la doctrina de que la emanación (latín emanare, "fluir de") es el modo por el cual todas las cosas se derivan de la Primera Realidad o Principio.

I

El término emanación, al ser en sí mismo una metáfora, ha sido y sigue siendo utilizado en muchos sentidos, y con frecuencia por escritores que no son emanantistas. Otros, sin usar la palabra, realmente sostienen la doctrina de la emanación. Además, el emanantismo siempre está entretejido con diferentes opiniones sobre diversos temas; separarlo de estos para asignar sus elementos fundamentales es más o menos arbitrario. Tomando el emanantismo en el sentido comúnmente aceptado hoy, no es principalmente un sistema teológico, sino más bien cosmogónico, no una respuesta directa a la cuestión de la naturaleza de Dios, sino a la del modo de origen de las cosas a partir de Dios. En general, sostiene que todas las cosas proceden de la misma sustancia divina, algunas inmediatamente, otras mediatamente. Todos los seres forman una serie cuyo comienzo es Dios. La segunda realidad es una emanación de la primera, la tercera de la segunda, y así sucesivamente. A cada paso, el ser derivado es menos perfecto que su fuente; pero, al dar origen a otros seres, la fuente misma no pierde ninguna de sus perfecciones. La primera fuente, entonces, de la que todo fluye, permanece inalterada; su perfección no se agota ni disminuye.

A menudo se hace referencia al emanantismo como una forma de panteísmo; pero mientras que este último es principalmente un sistema de realidad, que identifica todas las cosas como modos o apariencias de una sustancia, el emanantismo se ocupa principalmente del modo de derivación. Tampoco afirma necesariamente la identidad sustancial de todas las cosas; puede afirmar la sustancialidad distinta, aunque dependiente, de las realidades emanadas. Es cierto que algunos conciben la emanación en un sentido panteísta, como un proceso inmanente, una expansión de la sustancia divina dentro de sí misma. Pero muchos entienden que implica una separación de los seres derivados de su fuente. De ahí que no sólo algunas formas de panteísmo no son emanantistas, sino que también muchos emanantistas —con más o menos consistencia— rechazan el panteísmo. Para quienes admiten que la materia es eterna y existe independientemente de Dios, Dios no puede ser más que un arquitecto, que ordena materiales preexistentes. En la doctrina del total emanantismo, todas las cosas, desde las sustancias espirituales más elevadas hasta las formas más bajas de la materia, provienen de Dios como su primer origen, y la materia la última y por lo tanto la emanación más imperfecta. Sin embargo, algunas opiniones combinan la teoría de la eternidad de la materia con la teoría de la emanación.

La doctrina de la creación enseña que todas las cosas son distintas de Dios, pero que Dios es su causa eficiente. Dios no produce cosas a partir de su propia sustancia ni de ninguna realidad preexistente, sino que por un acto de su voluntad las saca de la nada. Según el emanantismo, por el contrario, la sustancia divina es la realidad de la que se derivan todas las cosas, no por una determinación voluntaria, sino por una necesidad de la naturaleza. Y Dios no produce todas las cosas inmediatamente; las inferiores están más distantes y están separadas de Él por intermediarios necesarios. (Sin embargo, cabe señalar que a veces la palabra emanación se usa en un sentido más amplio que incluye también creación. Así Santo Tomás: "Quæritur de modo emanationis rerum a primo principio qui dicitur creatio". Summa, I, Q. XLV, a. 1.)

La evolución implica el cambio de una cosa en otra, mientras que una realidad de la que emana otra permanece idéntica a sí misma. El proceso de evolución —al menos en su totalidad— se considera generalmente como un ascenso, un movimiento ascendente hacia una mayor perfección. La emanación es un descenso; comienza con lo infinitamente perfecto, y a cada paso los seres que emanan son menos puros, menos perfectos, menos divinos. El Infinito se postula como un punto de partida, en lugar de ser la meta que el universo se esfuerza siempre por alcanzar. Algunas comparaciones utilizadas por los emanantistas, aunque solo son metáforas y, en consecuencia, engañosas si se toman literalmente, pueden dar una idea más clara del sistema. Las cosas proceden de Dios como el agua de un manantial o un vaso desbordado; como el tallo, ramas, hojas, etc., de las raíces; como la telaraña de la araña; como la luz o el calor del sol o el fuego; como la doctrina del maestro. Es fácil ver que todas estas comparaciones son deficientes en muchos puntos. Su objetivo es simplemente ilustrar aquello que está por encima de la comprensión humana.

II

En las mitologías y religiones antiguas, especialmente en las de la India, Egipto y Persia, se encuentran vagas indicaciones de emanantismo. Así, en los “Upanishads” se dice que las cosas surgen de su principio eterno como la telaraña de la araña, la planta de la tierra, el cabello de la piel. Pero, aunque estas y otras comparaciones y expresiones pueden interpretarse en el sentido de emanantismo, no son lo suficientemente explícitas como para servir de base a la afirmación de que tales sistemas de filosofía o religión son emanantistas.

La enseñanza de Filón sobre este punto no es mucho más clara. Su pensamiento estuvo influido por dos corrientes distintas: la filosofía griega, especialmente el platonismo y el judaísmo. En su esfuerzo por reconciliarlos, a veces caía en inconsistencias y su posición real es dudosa. Según él, Dios, infinitamente perfecto, no puede actuar sobre el mundo inmediatamente, sino sólo a través de poderes o fuerzas (pneuma) que no son idénticos a Él, sino que proceden de Él. La fuerza divina primitiva es el Logos. Sigue siendo un punto oscuro si el Logos es una sustancia o solo un atributo. Del Logos procede el Espíritu (pneuma), el cual es el alma o principio vivificante del mundo. A veces se considera a Dios como la causa eficiente y activa del mundo, a veces también como inmanente, como el uno y el todo (eis kai to pan autos estin).

La primera expresión clara y sistemática del emanantismo se encuentra en la escuela alejandrina del neoplatonismo. Según Plotino, el representante más importante de esta escuela, el primer principio de todas las cosas es el Uno. La unidad absoluta y la sencillez es la mejor expresión por la que se puede designar a Dios. El Uno es una esencia totalmente indeterminada, pues cualquier atributo o determinación introduciría tanto limitación como multiplicidad. Incluso la inteligencia y la voluntad no pueden pertenecer a esta Realidad Primera, porque implican la dualidad de sujeto y objeto, y la dualidad presupone una unidad superior. Sin embargo, el Uno también es descrito como el Primero, el Bueno, la Luz, la Causa Universal. Todas las cosas proceden del Uno, no por creación, que sería un acto de la voluntad y, por tanto, incompatible con la unidad; ni por una difusión de la sustancia divina como enseña el panteísmo, ya que esto acabaría con la unicidad esencial. El Uno no es todas las cosas, sino antes que todas las cosas.

La emanación es el proceso por el cual todas las cosas se derivan del Uno. La bondad y la perfección infinitas se "desbordan" y, mientras que permanece dentro de sí sin perder nada de su propia perfección, genera otros seres, enviándolos de su propia superabundancia. O además, según el brillo es producido por los rayos del sol, así mismo todo es una radiación (perilampsis) de la Luz Infinita. Las diversas emanaciones forman una serie en la que cada paso sucesivo es una imagen del anterior, aunque inferior a él.

La primera realidad que emana del Uno es el Nous, una inteligencia pura, un pensamiento inmanente e inmutable, que no desarrolla ninguna actividad fuera de sí mismo. El Nous es una imagen del Uno y, al reconocerse como imagen, introduce la primera dualidad, la de sujeto y objeto. El Nous incluye en sí mismo el mundo intelectual, o mundo de las ideas, el kosmos nontos de Platón. Del Nous emana el Alma del mundo, que forma la transición entre el mundo de las ideas y el mundo de los sentidos. Es inteligente y, en este sentido, similar al mundo ideal, pero también tiende a realizar las ideas en el mundo material. El Alma-Mundo genera almas particulares, o más bien fuerzas plásticas, que son las "formas" de todas las cosas.

Finalmente, el alma y sus fuerzas particulares engendran la materia, que en sí misma es indeterminada y se determina por su unión con la forma. Con algunas variaciones en los detalles, Yámblico y Proclo enseñan la misma doctrina esencial de la emanación. Con Plotino, Yámblico identifica al Uno con el Bien, pero asume un Uno absolutamente primero, anterior al Uno y absolutamente inefable. De él emana el Uno; del Uno, el mundo inteligible (ideas); y del mundo inteligible, el mundo intelectual (seres pensantes). Según Proclo, del Uno proceden las unidades (enades), que son las únicas relacionadas con el mundo. De las unidades emanan las tríadas de las esencias inteligibles (ser), las esencias inteligibles-intelectuales (vida) y las esencias intelectuales (pensamiento). Estos nuevamente se diferencian aún más. La materia proviene directamente de una de las tríadas inteligibles.

Los gnósticos enseñan que de Dios, el Padre, emanaron innumerables eones divinos, supramundanos, cada vez menos perfectos, que, tomados en conjunto, constituyen la plenitud (pleroma) de la vida divina. La sabiduría, la última de ellas, produjo una sabiduría inferior llamada Acamot, y también los mundos psíquico y material. Para denotar el modo según el cual un grado inferior se deriva de uno superior, Basílides usa el término aporroia ("fluir de", "eflujo") y Valentino, el término probole (arrojar hacia adelante, proyección).

Los Padres de la Iglesia y los escritores cristianos, especialmente cuando se trata de la ejemplaridad divina o de las relaciones de las tres Divinas Personas en la Trinidad, e incluso cuando hablan del origen del mundo, pueden utilizar expresiones que recuerden la teoría de la emanación. Pero tales expresiones deben interpretarse de acuerdo con la doctrina de la creación a la que se adhieren. Pseudo-Dionisio sigue a Plotino y a los neoplatónicos posteriores, especialmente Proclo, y a menudo toma prestada su terminología; sin embargo, se esfuerza por adaptar sus puntos de vista a las enseñanzas del cristianismo. Dios es principalmente bondad y amor, y los demás seres son emanaciones de su bondad, como la luz es una emanación del sol.

Juan Escoto Eriúgena toma su doctrina de Pseudo-Dionisio y la interpreta en el sentido del emanantismo panteísta. Hay un solo Ser que, mediante una serie de emanaciones substanciales, produce todas las cosas. La naturaleza tiene cuatro divisiones, o más bien hay cuatro etapas de una naturaleza:

  • 1. La naturaleza que crea, pero no es creada, es decir, Dios en su realidad primordial, incomprensible, desconocida e incognoscible para todos los seres, incluso para Él mismo. Solo Dios es verdaderamente, y Él es la esencia de todas las cosas.
  • 2. La naturaleza creada y creadora, es decir, Dios considerado como el contenedor de las ideas, los prototipos o, para usar la expresión de Eriúgena, las causas primordiales de las cosas. Es el mundo ideal.
  • 3. La naturaleza que es creada, pero no crea, es el mundo de las cosas que existen en el tiempo y el espacio. Todo fluye, procede o emana del primer principio del ser. La creación es una "procesión". Las criaturas y Dios son una y la misma realidad. En las criaturas, Dios se manifiesta. De ahí el nombre de teophanía que Eriúgena da a este proceso.
  • 4. La naturaleza, que ni crea ni es creada, es decir, Dios como el término hacia el cual regresa todo finalmente.

La filosofía árabe —por no hablar aquí de las diversas formas de misticismo árabe— está en muchos puntos influenciada por el neoplatonismo y generalmente tiene alguna forma de emanantismo, la emanación de las diferentes esferas a las que pertenecen todas las cosas celestiales y terrestres. Según Alfarabi, del Primer Ser, concebido como inteligente (en esto Alfarabi se aparta de Plotino), emana el intelecto; del intelecto, el alma cósmica; y del alma cósmica, la materia. Avicena enseña que la materia es eterna y no creada. De la Causa Primera proviene la intelligentia prima, de la cual surge una serie de procesiones y emanaciones de las diversas esferas celestes hasta nuestra propia esfera terrestre. Para Averroes el intelecto no es individual, sino idéntico al espíritu universal, que es una emanación de Dios. Es muy interesante una comparación encontrada en uno de los místicos posteriores, Ibn Arabi. El agua que fluye de un recipiente se separa de él; de ahí que esta comparación sea defectuosa, pues las cosas que proceden de Dios no están separadas de Él. La emanación se ilustra mediante la comparación con un espejo, que recibe los rasgos de un hombre, aunque el hombre y sus rasgos permanecen unidos.

En la filosofía judía, las influencias del neoplatonismo son evidentes en Avicebrón y Maimónides. En la Cábala, la famosa doctrina de los “Sephiroth” es esencialmente una doctrina de emanaciones, la cual fue desarrollada y sistematizada especialmente en el siglo XIII. Los “Sephiroth” son los intermediarios necesarios entre Dios y el universo, entre el mundo intelectual y el material. Se dividen en tres grupos: el primer grupo de tres forma el mundo del pensamiento, el segundo grupo, también de tres, el mundo del alma, y el último grupo, de cuatro, el mundo de la materia.

III

Filosóficamente, la discusión del emanantismo supone la discusión de todo el problema de la naturaleza de Dios, especialmente de su sencillez e infinitud. La doctrina de la Iglesia Católica está contenida en la definición del dogma de la creatio ex nihilo por el Cuarto Concilio de Letrán y, especialmente, el Concilio Vaticano I. Este último condena expresamente el emanantismo (I. De Deo rerum omnium creatore, can. IV), y anatematiza a “quienes afirman que las cosas finitas, tanto corporales como espirituales, o al menos espirituales, han emanado de la sustancia divina".


Bibliografía: La literatura sobre este tema incluye las obras de los autores mencionados en el curso del artículo, obras sobre historia de la filosofía, tanto de escuelas y filósofos generales como de escuelas especiales. HEINZE en Realencyk. für prot. Theol., V, 329; HAGEMANN in Kirchenlex., IV, 431.

Fuente: Dubray, Charles. "Emanationism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5, págs. 397-399. New York: Robert Appleton Company, 1909. 27 oct. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/05397b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina