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Martes, 16 de abril de 2024

Diferencia entre revisiones de «Corazón de María:"Corazón de la Iglesia" en la Mariología rusa»

De Enciclopedia Católica

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Traducido del Francés por José Gálvez Krüger para la Enciclopedia Católica
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Traducido del Francés por [[José Gálvez Krüger]] para la Enciclopedia Católica

Revisión de 09:06 25 ene 2010

De esta Teología en imágenes exaltada por el monje benedictino ruso, la marialogía sophiánica rusa, a pesar de ciertas conjeturas y ciertas conclusiones que la Iglesia católica no puede adoptar, constituye un brillante y estimulante ejemplo. Ahora bien, el tema de María Corazón de la Iglesia, es central en ella. Soloviev, fundador de esta escuela inspirada en el platonismo y en idealismo alemán, escribía: “El cuerpo no debe morir sino después que sean destruidas sus dos partes esenciales, la cabeza y el corazón. Pero la cabeza y el corazón de la Iglesia -Cristo y María- viven en la eternidad de Dios y son invulnerables”118. En el siglo XX, Paul Florenskij (nacido en 1881) escribía: “Si el Señor es la cabeza de la Iglesia, la dulce María dispensadora de la bondad divina es verdaderamente el corazón mediante el cual la Iglesia comunica a sus miembros la vida, la eternidad y los dones del Espíritu, porque es la verdadera fuente de vida (...) centro exclusivo de la vida de la Iglesia119. Pero, es sobre todo Bulgakov el que ha insistido sobre nuestro tema. El padre Schultze s.j., resume de esta manera el pensamiento del teólogo ruso: “María es el corazón de la Iglesia, es de alguna manera su personificación; en tanto personificación de la Iglesia, la Madre de Dios fue elevada por encima de todo pecado. Es el corazón vivo de la Iglesia y su autoridad personal; el corazón del mundo y el centro espiritual de toda la humanidad. Mientras vivió en este mundo, no fue ninguno de los Apóstoles -ni Pedro, ni Juan- sino María, el corazón vivo de la Iglesia, su única autoridad personal, suprema e irrecusable que devino más evidente después de su muerte120. Bulgakov piensa inclusive que el Apóstol Juan, por ser llamado hijo (de María) recibió la primacía entre los Apóstoles; una primacía distinta de la de Pedro e igualmente divina en su origen121. Estas reflexiones tan sugerentes suscitan los siguientes comentarios: 1. Es muy justo decir que María personifica a la Iglesia, pero como su tipo trascendente, como una causa no solamente ejemplar, sino también eficiente (aunque dependiente). Precisamente porque María personifica a la Iglesia como comunión de amor, es que puede y debe ser denominada su corazón; y el Corazón de María, que personifica a María, puede y debe ser llamado corazón de la Iglesia. Y como la Iglesia es la razón de ser universo, como lo decía san Epifanio122, María también puede ser llamada el corazón de la humanidad y del mundo. 2. Como lo muestra el padre Schultze123, la imagen del corazón aplicada a la situación de María en la Iglesia tiene la ventaja de subrayar su rol activo. El rol de María en la Iglesia no es puramente pasivo, como lo quería Barth. Bulgakov, en tanto, minimiza la pasividad de María. 3. La más grave crítica que se le podría hacer es haber transferido inconscientemente- en beneficio de María la esfera de la suprema autoridad jurídica en la Iglesia que niega a Pedro. Después de haberla desconocido en el plano visible de Pedro, la afirma gratuitamente respecto de María en la Iglesia primitiva y, ahora, puesto que María está en cielo, reduce esta suprema autoridad a ser puramente invisible. ¡Elimina de esta manera la visibilidad de la Iglesia!124. En realidad, durante la vida de María después de la Ascensión de Jesús, ya era Pedro la cabeza visible de la Iglesia, y María le era sumisa como lo fue en otro tiempo a José. La influencia secreta, pero muy real, de María sobre la Iglesia primitiva se ejercía -como la del corazón en el cuerpo humano- invisiblemente mediante el amor y la oración. María ya era el corazón invisible de la Iglesia visible. Sin embargo esta influencia sobre todo invisible tenía repercusiones visibles, traduciéndose en una influencia visible por la palabra y por el ejemplo. María es hoy, no solamente el corazón invisible, sino además invulnerable (en toda extensión de la palabra) de la Iglesia visible; y este Corazón se vuelve en alguna manera visible por y en la oración amante de la Iglesia, virgen y madre. Hay que reconocerlo; Scheeben había respondido de antemano a Bulgakov: “En el cuerpo místico de Cristo, el lugar de María se define de manera más adecuada como la de corazón (...) María aparece así como el miembro en el cual se refleja más perfectamente toda la vida de la cabeza, y cuyas funciones condicionan y sostienen de múltiples formas la acción de la cabeza sobre los otros miembros. Por otro lado, esta imagen muestra de manera contundente el lugar personal y vivo de María en el organismo interior del Cuerpo de Cristo, por oposición al lugar que corresponden a los representantes oficiales de Cristo en el organismo exterior de la Iglesia (...) María no tiene ninguna participación en el ejercicio del poder público del magisterio o del señorío (Scheeben hace alusión al poder de jurisdicción). Su colaboración con Cristo es, más bien, íntima y secreta, del corazón con la cabeza, en la comunicación interior de la vida a los miembros; actividad por la cual Cristo realiza por excelencia su misión de Redentor125. El rol de María dentro de la Iglesia es, por tanto, mayor que el de Pedro - ministro exterior - o de Juan. Es profundamente diferente y complementario. La mariología católica, precisando el rol de María como corazón de la Iglesia, se mantiene igualmente alejada de los errores - por defecto - del protestantismo o - por exceso - de la escuela sophiánica rusa. Pero evidentemente la Iglesia Católica, al negar que María haya recibido de Cristo, como Pedro, un poder de jurisdicción sobre la Iglesia, afirma el señorío de María sobre el pueblo de Dios que es también el suyo, y su estricto derecho a ser conocida, alabada y amada.


Bertrand de Margerie S.J.

Traducido del Francés por José Gálvez Krüger para la Enciclopedia Católica