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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Papa Adriano II

De Enciclopedia Católica

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(867-872) Luego de la muerte de san Nicolás I, el clero romano y el pueblo eligieron, aunque contra su voluntad, al venerable cardenal Adriano, universalmente conocido por su caridad y amabilidad, y descendiente de una familia romana que ya había dado dos pontífices a la Iglesia (Esteban III y Sergio II). Adriano tenía setenta y cinco años, y ya en dos ocasiones había rechazado el nombramiento.

Estuvo casado antes de recibir las órdenes sagradas, y su vejez fue ensombrecida por una tragedia doméstica. Como Papa, siguió fielmente los pasos de su enérgico predecesor. Se esforzó por mantener la paz entre los avariciosos e incompetentes descendientes de Carlomagno. En una entrevista en Monte Cassino, accedió a administrar la comunión al arrepentido Lotario, rey de Lorena, pero sólo después de exigirle una declaración pública de que no había sostenido relaciones sexuales con su concubina desde la prohibición papal de que volvería a tomar a su legítima esposa, Teutberga, hasta la decisión final de la sede romana. También propugnó vigorosamente contra Hincmar de Reims el derecho ilimitado de los obispos de interpelar al soberano pontífice.

En el Octavo Concilio General, al cual convocó en Constantinopla en el 869, y que fue presidido por más de diez nuncios, hizo efectivas la excomunión de Focio y la restauración de la unidad entre Occidente y Oriente. Fracasó en retener a los búlgaros del patriarcado de Occidente. Esa nación determinó imprudentemente adherirse a Constantinopla, decisión que terminó por acarrearle la ruina y el estancamiento. Sin embargo, el Papa Adriano logró preservar a los eslavos occidentales de un destino similar, al secundar los esfuerzos de los santos hermanos Cirilo y Metodio. Su principal legado fue el reconocimiento de la liturgia en lengua eslava. El Papa Adriano murió hacia finales del año 872.

Liber Pontif. (ed. DUCHESNE), 173-190; JAFFÉ, Regesta RR. PP. (2d ed.), I, 368-375, II, 703, 704, 745, 746; MANSI Coll. Conc., XV, 819 sq.; WATTERICH, Vitae Rom. Pont 631 sq.; LAPOTRE, Hadrien II et les fausses d cr tales, in Rev. des Quest. Hist. (1880), XXVII, 377-431; ARTAUD DE MONTOR, Lives and Times of the Roman Pontiffs (tr. New York, 1867), I, 225, 226; GORINI, Defense de l'Eglise (1866), III, 20-38, 160-176; ALEX. NATALIS, Hist. Eccl. (1778), VI, 399-409.

JAMES F. LOUGHLIN Traducido por Douglas Agustín y Ochoa